Los pueblos originarios de Latinoamérica, representados en el segundo día del encuentro campesino indígena
Integrantes de diferentes países del continente reconstruyeron el trabajo realizado por radios y canales de distintas comunidades. Y resaltaron los avances logrados en el mundo mediático argentino durante los últimos años.
“Nuestras voces tienen que hacerse escuchar”, terminó su intervención la chilena Iris Manquepillan Huanquil, representante de la radio mapuche Kimche Mapu. Y las más de doscientas personas que cubrieron el Aula 300 de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), aplaudieron la frase. Uno de los tantos mensajes que dejó la segunda jornada del Encuentro Latinoamericano de Comunicación Campesino Indígena organizado por la Defensoría del Público con el apoyo del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina (ONPIA), la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y la Fundación Friedrich Ebert, donde participan delegaciones de distintas comunidades de la Argentina y de Sudamérica.
Con la mirada atenta de más de 150 personas entre las que se encontraba la Defensora del Público, Lic. Cynthia Ottaviano, Huanquil fue una de las oradoras en la charla “Experiencias latinoamericanas inspiradoras” -coordinada por Sergio Balardini, integrante de la Fundación Friedrich Ebert-, y estuvo acompañada por dos representantes de Perú: Eduardo Acate Coronel, de Radio Oriente, y Wilwer Vilca Quispe, ex consultor de la Comunidad Andina (CAN). Todos coincidieron en el creciente protagonismo que los medios de los distintos pueblos de la región alcanzaron en los últimos años. Pero también advirtieron la constante invisibilización que esos medios sufren de parte de la comunicación empresaria concentrada, y contaron experiencias con las que estas comunidades tratan de romper con esa lógica.
Iris resumió el trabajo al que apunta la radio en tres objetivos: lograr la reivindicación territorial, hacer valer el uso de la lengua originaria, y conseguir el acceso a algo tan vital como el agua. “Los poderes concentrados hablan del famoso ´conflicto mapuche´ -sostuvo-, pero esa expresión es un engaño. Estamos hablando de tierras y agua que nos pertenecen por historia, así que, ¿de qué conflicto estamos hablando?”.
Sobre Kimche Mapu, explicó: “La gente nos conoció como una radio comunitaria, pero ahora, para todos, somos una ´radio mapuche´, y esa identificación nos enorgullece”. Denunció que las autoridades chilenas otorgaron al medio una potencia de sólo 30 wats, cuando en realidad la gran mayoría de emisoras locales multiplican varias veces esa cantidad. Y que para reclamar por sus derechos a una comunicación horizontal y democrática “seguimos ´a la mala´, como decimos nosotros. Es decir, con sacrificio, pegándonos golpes, pero con la convicción de que triunfaremos. Por eso destacamos el avance que el sistema audiovisual tuvo en la Argentina, como por ejemplo la aparición de la Defensoría del Público.
“A los grandes medios no les interesan nuestros problemas -explicó-, sólo piensan en recaudar y en dar un mensaje vertical. El mejor ejemplo es que allá nos llaman ´terroristas´. Pero no importa. Siempre dijimos que lo que no nos destruye, nos fortalece”.
Acate Coronel desarrolló la historia de la peruana Radio Oriente, nacida hace medio siglo, y que lleva adelante su programación a través del idioma español y una decena de lenguas originarias muy diferentes entre sí. La emisora fue muy perseguida durante el mandato del ex presidente Alan García, y se enfrentó a varios de sus ministros, denunciados por no llevar adelante políticas de salud y educación en zonas de difícil acceso donde esas comunidades transitan su vida cotidiana. “No llegan los profesionales, y tampoco los medicamentos”, sostuvo Acate Coronel. Y agregó: también nuestro medio se ha enfrentado al monocultivo de la palma aceitera, que como ocurre en la Argentina con la soja, sirvió de excusa para robar grandes porciones de territorio a las comunidades indígenas. En esa pelea, logramos algunas cosas, como la Ley de Radio y Televisión de 2005, que reconoció por primera vez en la historia peruana el trabajo de las radios comunitarias. Es como siempre decimos: la radio con la gente, y la gente con la radio. Eso nos da fortaleza”.
Vilca Quispe describió lo que pasó con las emisoras campesinas y de pueblos originarios en el momento de estallar la fiebre petrolera en el Perú, durante la década del setenta. Y concretamente lo ocurrido en el “Brote Petrolero 192” manejado durante mucho tiempo por la empresa argentina Plus Petrol, en una región donde distintos desastres ambientales desataron un genocidio contra los pobladores de cuatro pueblos indígenas. En 2011, Wilwer fue propuesto como mediador entre el gobierno nacional y las comunidades, y le tocó relevar el territorio ocupado por tres cuentas, donde el grupo privado había sido responsable de la desaparición de lagos, y el enterramiento de todo tipo de chatarra y químicos que contaminaron la tierra y los cursos naturales de agua.
“Formamos una Comisión Multisectorial -explicó Vilca-, con lo que pudo lograrse una serie de mejoras que no hubieran sido posibles sin la denuncia de los pueblos de la región, que utilizaron los medios para ese trabajo, y nunca pararon de movilizarse pacíficamente para pelear por sus derechos”.
Además, como parte de las actividades del segundo día del encuentro campesino indígena organizado por la Defensoría, representantes de distintas comunidades contaron aspectos de sus proyectos comunicacionales. Uno de ellos apuntó a las estrategias de comunicación de los proyectos comunicacionales de esas comunidades, que contó con la presencia de representantes radiales y de pueblos originarios argentinos y sudamericanos.
La actividad fue abierta por Deolinda Carrizo, miembro de FM 88.7 Sacha Manta (Vilela-Quimilí, Santiago del Estero), que destacó el trabajo de las emisoras en “la lucha por la disputa ideológica y emancipadora, único camino para romper con la hegemonía de los grandes medios que contribuyeron a devastar a nuestros pueblos. Explicó, además, el funcionamiento de Sacha Manta en la provincia santiageña, y la manera en que la radio “fue apoyada por la comunidad, y tomada como propia a la hora de reclamar por reivindicaciones básicas, como los recursos naturales, la propiedad de la tierra y los legados culturales ancestrales”.
“Hacemos historia al andar”, contó Deolinda. Y agregó: “Estamos orgullosos de contar con herramientas de expresión, para alzar la voz contra el poder”.
Jorge Ñancucheo es presidente de la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina (ONPIA), y miembro del pueblo mapuche de Aluminé, en Neuquén. “Nadie nos regala nada -comenzó-, y siempre supimos que los derechos se conquistan, y hay que ganarlos. Por eso, los medios manejados por pueblos originarios y comunidades campesinas son la herramienta fundamental para eso. No hacemos comunicación para ser profesionales, sino para llegar a objetivos. Como lograr nuestra dignidad”.
“Para eso -agregó-, es imprescindible construir una alianza comunicacional, única manera de liberarnos del anonimato, y de la manera en que los grupos poderosos nos tapan, nos ignoran, haciendo de cuenta que no existimos. ´Pobrecitos los indígenas´, transmiten esos medios, y hablan de nosotros como si fuéramos parte del paisaje. Es indignante, pero esa es la realidad. Insisto: debemos juntarnos, pueblos originarios y campesinado, para administrar nuestras propias radios, contar lo que nos pasa sin intermediarios. Para lograr ´el buen vivir´, como nos gusta decir siempre”.
El encargado de cerrar el taller fue Claudio Vívori, integrante de la Defensoría. “Desde nuestro primer contacto con un pueblo originario -recordó-, como lo fue la comunidad diaguita de Tucumán, la decisión política del organismo pasó por seguir manteniendo lazos permanentes con pueblos de todo el país. Y la razón es simple: concebimos el Estado como algo activo, de acción, y no de reacción ante un problema o una demanda. Eso motivó que diseñáramos estrategias de capacitación, que recorriéramos los territorios. Ahí confirmamos lo que dicen los libros: la existencia de una Argentina diversa, plural, con 40 pueblos originarios que hablan por lo menos 16 lenguas diferentes. Pero que tienen algo en común: querer apropiarse del derecho humano a la comunicación, como plantea la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”.
Vívori destacó que la manera ideal para desarrollar esa experiencia es el taller, porque ahí “se aprende haciendo, no usando libros, sino enriqueciendo la formación a partir de escuchar y enterarnos de la experiencia de cada uno”. Y agregó: “Desde chicos nos formaron para ser competitivos, y no cooperativos. Nos inculcaron desesperarnos por el logro individual, haciéndonos olvidar del otro. En la radio y en la televisión pasa lo contrario: se trabaja cooperativamente, en equipo, con el de al lado. En ese entramado, nuestro rol como Defensoría no es marcar líneas, sino animar, motivar, interesar, para que a cada uno se le despierten sus capacidades creativas”.